l sitio de Lisboa de 1384, representado en las Chroniques de Jean Froissart.

La Batalla de Aljubarrota

Adrián Gebé

El análisis más completo de la Batalla de Aljubarrota, el capítulo final de una pugna entre dos Casas Reales y un hito en la historia de Portugal

Viernes, 10 de febrero de 2023

Tiempo de lectura: 5 minutos

Retrato anónimo de João I de Portugal
🔺 João I de Portugal. Casa de Avis.

La Batalla de Aljubarrota ocurre el 14 de agosto de 1385 y fue el final de un conflicto entre Castilla y Portugal que encumbró al poder una nueva dinastía, que dará nombres muy importantes para la historia de Portugal como Enrique el Navegante o Alfonso V, el rey africano. 

En este texto, te explicaremos que supuso este conflicto, hablaremos de sus protagonistas y analizaremos por qué es tan importante esta batalla para la historia de Portugal. 

El fin de la casa de Borgoña en Castilla

Años antes de llegar a alzarse flechas, espadas y lanzas, nos encontramos en una situación peculiar. Estamos en 1350, quedan 35 años para que Portugal y Castilla se enfrenten en Aljubarrota.

Ascendía al trono de Castilla, Pedro I, que pertenecía a la Casa de Borgoña. Una dinastía que llevaba gobernando en Portugal desde que se independizara de León en 1179, siendo inaugurada por el propio Alfonso Henriques.

La Batalla de Aljubarrota es el resultado de una lucha entre la casa de Borgoña y la casa de Trastámara.

Pero, ¿cómo es posible que la misma casa dinástica gobernase en Portugal y Castilla?

Esto fue gracias Constanza y Enrique de Borgoña. La primera, era hija de Roberto I “El viejo”, el segundo era nieto de Roberto y sobrino de Constanza. 

Ellos serían los que inaugurarían esta dinastía borgoñona en la Península Ibérica. Ambos al casarse con miembros de la dinastía Jimena. Primero Constanza, que lo haría con Alfonso VI “el Bravo”, y Enrique que lo haría con Teresa de León, hija ilegítima de Alfonso VI.

Evidentemente, la dinastía Jimena, que dio grandes reyes como Sancho Garcés el Mayor, desaparecería en favor de la casa de Borgoña.

El asesinato de Pedro I "El Cruel"

La Casa de Borgoña se consolida en ambos reinos durante casi tres siglos. Castilla tendrá un rey borgoñón durante 260 años y Portugal durante 290. 

Pero, la historia que es caprichosa y realmente interesante, nos lleva hasta 1369. Quedan 16 años para que se produzca la Batalla de Aljubarrota y Pedro I “El Cruel” pierde la batalla de Montiel. Es el último enfrentamiento de la guerra civil que ha mantenido con Enrique, su hermanastro. 

🔺 Beltrán Duguesclín coge a Pedro I por la espalda, para que Enrique de Trastámara le apuñale mortalmente.

Pedro I, tras la derrota sufrida, decide esconderse en el castillo de la Estrella (Montiel). No tiene escapatoria, salvo que decida sobornar a algún mercenario. Ese era Beltrán Duguesclín. Este francés, que había participado en la Guerra de los 100 años, ahora servía a Enrique de Trastámara.

El galo y el rey castellano, llegan a un pacto; Le ayudaría a escapar a cambio de la cesión de varias plazas. Sale Pedro I del castillo y camina con unos pocos fieles hasta una tienda de campaña. Dentro de ella está su hermanastro Enrique. Es una trampa.  

Una trampa acabará con la vida de Pedro I, comenzando así el conflicto que llevará a la batalla de Aljubarrota

Llevaban tiempo sin verse y el Trastámara no reconoce a Pedro. El rey de Castilla grita “Soy yo”. Al reconocerle comienzan a pelear. Pedro, que era más fuerte, tiene la victoria en su mano. 

Pedro I “el Cruel” está encima de su hermano, cuando Beltrán Duguesclín, coge al monarca borgoñón por la pierna y consigue que Enrique se zafe del Rey. Al instante, el aspirante al trono le asesta un corte mortal en el cuello a Pedro I de Castilla, acabando allí con su vida.  

Los Trastámara y la I guerra fernandina

El asesinato de Pedro I en 1369, supone el inicio de “las guerras púnicas” entre Portugal y Castilla. La casa de Borgoña desaparecía en Castilla y el rey Fernando I de Portugal no podía permitir que un bastardo, como era Enrique de Trastámara, gobernase.

Así que, quien mejor que él para reinar en Castilla. Fernando I, rey de Portugal era bisnieto de Sancho IV de Castilla, así que tenía toda la legitimidad del mundo para reclamar la corona.  

Castilla era un reino muy grande y muy rico, aún a pesar de haber estado sumido en la guerra civil. Un caramelo muy dulce que reclamó también el rey de Aragón y otros nobles. 

Así que, con el trono en juego, la guerra está servida. Fernando I, rey de Portugal con el apoyo de nobles gallegos y andaluces, se enmarca en la primera guerra contra Enrique de Trastámara. El rey luso invade Galicia, ataca Cádiz y bloquea Sevilla. Enrique, que ya es rey de Castilla, contraataca, expulsando a los portugueses de Andalucía y recuperando Galicia, después de penetrar por BragaGuimarãesBragança e Cedovim.

Esta primera guerra, durará apenas un año. Intervendrá el Papá y se llegará a un acuerdo: Fernando I de Portugal se casará con la hija de Enrique de Trastámara y renunciará a sus derechos sucesorios sobre Castilla. 

Los Lancaster y la II guerra fernandina

Fernando I de Portugal consideró que cumplir el tratado firmado con Castilla era algo “opcional”, así que enamorado perdidamente de Leonor Téllez de Meneses, una noble portuguesa, decide casarse con ella y renunciar al compromiso con la hija del rey de Castilla. 

Cuando termina la rebelión que ese matrimonio ocasiona, Juan de Gante, duque de Lancaster, sale a escena y le dice a Fernando I que la corona que ostenta el Trastámara, la tendría que llevar él. Y resulta que el duque de Lancaster, estaba casado con la hija legítima de Pedro I “el Cruel”, y claro, quería ser rey de Castilla, porque eso de la ley sálica no existía. 

La guerra estaba servida de nuevo. Portugal, por aquel entonces, estaba lleno de partidarios del asesinado Pedro I, así que, éstos invaden Galicia en 1372, pero no consiguen el apoyo deseado por parte de los gallegos, quiénes se mantienen fieles al Trastámara.  

El rey portugués no sabe donde meterse. Inglaterra había prometido unos soldados que no llegarían nunca, su flota fue derrotada delante de sus narices y Enrique de Trastámara, organizará un ejército que rápidamente se plantaría a las puertas de Lisboa. 

Enrique II de Castilla obliga a Fernando I de Portugal a firmar el tratado de Santarém (donde estaba la corte lusa), donde expulsará de Portugal a todos los nobles petristas.

La muerte de Enrique de Trastámara y la III guerra fernandina

Estamos en 1381, quedan apenas 4 años para que Portugal y Castilla se enfrenten en la definitiva batalla de Aljubarrota. 

Han pasado unos años desde que Fernando de Portugal perdiese la segunda contienda contra la Castilla de los Trastámara, pero le quedaba una espina clavada, que se quiso sacar cuando Enrique II de Castilla fallece. 

Ahí es cuando vuelve a enfrentarse a los castellanos. Los portugueses estaban un poco cabreados, después de que los castellanos hubiesen saqueado, quemado y destruido todo aquello que se encontrase extramuros. 

🔺 Sepulcro del rey Enrique II de Castilla en la Catedral de Toledo

Deciden entonces aliarse con los ingleses, que acuden tarde y tratan a los portugueses como conquistados. Por otro lado, el duque de Lancaster, decide hacerle la guerra tanto a Portugal como a Castilla (incluso siendo aliada de la primera)

Fernando harto de la situación, firma la paz con Castilla y casa a su única hija con Juan I de Castilla. En estas capitulaciones se estipulaba que a la muerte de Fernando I sin hijos varones, la corona pasaría a Beatriz, y su marido se podría intitular como rey de Portugal. 

La reina y esposa de Fernando I, Leonor Téllez de Menezes, sería la regente, hasta que el hijo que tuviera su hija Beatriz con Juan I de Castilla tuviese 14 años.  Juan de Trastámara sólo podría poseer la corona, como titular, en el caso de que falleciese Beatriz sin hijos y no le quedasen hermanas menores.

El conflicto estaba servido. La nobleza en contra, un tratado no entendido y una larga guerra con Castilla, sembraron la mecha de la guerra civil en Portugal.

La muerte del rey Fernando y João Fernandes Andeiro

Fernando I de Portugal muere en 1383, dejando un reino económicamente delicado, con una moneda muy devaluada y con una enorme crisis política. A todo ello se sumaba la pérdida de la calidad de vida de los portugueses. Algunos dicen que de tuberculosis, otros que de envenenamiento paulatino. Lo cierto es que Leonor, su viuda, no fue al entierro. 

En este capítulo, toma protagonismo un gallego llamado João Fernandes de Andeiro, que se convirtió en el consejero más importante de la regente, Leonor Téllez de Menezes. Los portugueses no lo vieron bien, porque le veían como uno de los instigadores de las tes guerras que habían llevado a Portugal a la ruina. No sólo, la regente Leonor le dio tierras y riquezas, sino que era evidente que había una relación sentimental entre ellos. 

La nobleza portuguesa fue sustituida paulatinamente por importantes familias castellanas, que estaban exiliadas en Portugal, tras el asesinato de Pedro I “el Cruel”.

Con uno de los estamentos echando humo, la regente Leonor y el valido Andeiro, deciden no atender a las reclamaciones de los mercaderes de Lisboa, una burguesía muy influyente en la época, lo que desemboca en una conspiración del maestre de Avis. 

La conspiración del maestre de Avis.

Estamos a 6 de diciembre de 1383. Quedan 2 años para la batalla de Aljubarrota y con el descontento de la nobleza portuguesa, y el con pueblo y la burguesía en la calle, ha llegado el momento de actuar.

Juan, maestre de Avis, junto con un grupo de leales, decide entrar en el palacio de los regentes y asesinar a João Fernandes de Andeiro.

Los leales del maestre de Avis era segundones de familia, que no tenía posibilidad de acceder al patrimonio familiar y que deciden apoyar la causa del Maestre de Avis, para poder tener acceso a derechos sociales y políticos que antes le eran negados. Esas familias eran los Leitões, los Teixeiras, los Carvalhos, los Barretos y obviamente los Pereiras, cuyo máximo representante será Nuno Alvares de Pereira. 

Ante la situación, la regente Leonor de Tellez tiene que huir y se refugia en Santarém.

Lisboa será una villa fiel al maestre de Avis, a la que se unirán ciudades como Almada o Coimbra en los meses posteriores. Comienza una auténtica guerra civil, donde los partidarios del maestre triunfan en ciudades como Évora o Beja y asaltan sin éxito Guimarães, Santarém o Braga. 

Leonor toma la decisión de pedir ayuda a Juan de Trastámara, que no duda en defender los derechos sucesorios de su mujer, Beatriz de Portugal. 

El sitio de Lisboa

Leonor tiene que huir de Lisboa. Y a principios de 1384, El Maestre de Avis le propone matrimonio a la viuda, para encargarse conjuntamente de la regencia en los términos establecidos por el difunto Fernando I. 

La viuda de Fernando rechaza la propuesta y cede la regencia a Juan I de Castilla. Es un momento clave, porque la regencia sólo puede cederse si era aprobada en las Cortes portuguesas.  Y esto nunca ocurrió. Lo que sí fue que Juan vendió la piel del oso antes de cazarlo y, sin contar con Beatriz (su esposa y titular de la corona portuguesa), se intituló como Rey de Portugal. 

Leonor desaparece de esta historia tras conspirar para asesinar al rey castellano, que ya había entrado en Portugal, con la intención de hacerse con el reino.  El segundo de los Trastámara la exiliará en Tordesillas, donde fallecería años más tarde, sin tener la oportunidad de volver a pisar Portugal. 

Con Leonor fuera de juego, El Sitio de Lisboa se produce a mediados de 1384. Falta un 1 para la batalla de Aljubarrota.  Leonor Téllez ha presenciado un auténtico golpe de Estado por parte del Maestre de Avis. 

Siege_of_Lisbon_1384
🔺 El sitio de Lisboa de 1384, representado en las Chroniques de Jean Froissart.

Las tropas castellanas han llegado a Lisboa y comienzan a cerca la capital portuguesa. El protagonista de este evento es Pedro Fernández Cabeza de Vaca, quién decidió esperar a que las pocas huestes del Maestre de Avis, saliesen a su encuentro. Este ataque portugués nunca llegó. 

La inferioridad portuguesa era evidente, pero supieron mantener ciudades como Évora u Oporto, además de no haberse garantizado un auténtico bloqueo naval de Lisboa, hasta unos meses después de iniciado el bloqueo. 

Queda un año para la defintiva batalla de Aljubarrota y las tropas castellanas sueñan con conquistar Lisboa. La ciudad será inexpugnable

Cuando el bando castellano decide atacar Lisboa por primera vez, existe una brecha importante entre los sitiadores y sus refuerzos, gracias a la exitosa campaña de Nuno Alvares de Pereira. En ese ataque certifica que la ciudad de Lisboa, no está por la labor de caer en manos castellanas y la toma de la ciudad resulta muy complicada. 

Comenzó a arreciar el hambre en los lisboetas, al mismo tiempo que la peste lo hacia en un campamento castellano insalubre.

Seguía la espera y el Maestre de Avis se movía. Trató de conseguir apoyo inglés, que no convenció a la Cámara de Comunes, pero sí tuvo éxito en la toma de Coimbra, Tomar y Ourém, lo que significó un problema para los castellanos, ya que, se ponía en riesgo la línea de suministros. 

Con los consejeros en contra, Juan de Castilla tiene que tomar una decisión. Son 77 torres de defensa y más de 38 puertas.  El bloqueo no está funcionando. Aún así, consigue hacerse con Almada, una villa justo en frente de Lisboa. 

Pero la peste, sigue causando estragos en las tropas castellanas y Juan a la desesperada, lanza un ataque sobre la ciudad lisboeta. Es todo o nada. 

Y será nada, porque en septiembre de 1384, Juan de Castilla se retira de Portugal. Ha sido un fracaso absoluto.  

Prelegómenos de la batalla de Aljubarrota

En 6 de abril, Juan I es nombrado en las Cortes portuguesas, reunidas en Coimbra, como Rey de Portugal. 

El 8 de julio, Juan I de Castilla está de nuevo en Portugal. Entra por la localidad de Almeida y rápidamente llega hasta Leiria. Una localidad a apenas 26 kilómetros de Aljubarrota. Son más de 40.000 hombres. Lisboa estaba de nuevo cercada por mar. 

El 6 de agosto, se reúnen en Abrantes, el Consejo de Guerra portugués. No hay acuerdo. Unos consejeros quieren invadir Andalucía y no enfrentarse a los castellanos, otros quieren combatir, entre ellos Nuno Alvares de Pereira. 

Sin acuerdo, Nuno decide marcharse con 2000 hombres y enfrentarse él sólo a los invasores. João I de Portugal tuvo que aceptar el todo o nada, porque que cayese Lisboa en manos castellanas, significaría el fin del Reino de Portugal. 

Y así llegamos al 14 de agosto. Los ejércitos se ven las caras.

La batalla de Aljubarrota

Llegó el momento. Quedan unas horas para la batalla que decidirá el futuro de Portugal. 

Los castellanos llegan al final de la mañana. Los portugueses ocupan una posición elevada y los invasores saben que atacar dicha posición es muy complicado.

Deciden entonces buscar una posición mejor, donde presentar batalla. Encuentran la explanada de Chão da Feira, al sur de Aljubarrota, en una localidad que hoy se llama Carqueijal.

Los portugueses avanzan y se colocan cerca de la ermita de San Jorge. 

Son las 18:00 horas cuando comienza la batalla. 40.000 castellanos contra 7000 portugueses. 

En un primer ataque, avanzan tropas auxiliares francesas, las cuales, caen en las trampas lusas y obligan a los soldados a desmontar de sus caballos. 

Juan I de Castilla ve que la vanguardia empieza a ser derrotada y decide atacar con todo el ejército. El sistema de trincheras creado por la defensa portuguesa, complica el avance castellano. Y, por supuesto, la caballería, no puede realizar ninguna carga que desestabilice el frente defensivo portugués. 

João I de Portugal, que contaba con ayuda inglesa. Una fuerza de arqueros que consigue hostigar al invasor, especialmente los hombres de armas de Juan I de Castilla. 

El pánico se apodera del ejército castellano cuando ven que caer la bandera del Trastámara y comienzan a huir de forma desorganizada.

El Rey tiene que huir y se refugia en Santarém. Recorre más de 50 kilómetros en apenas unas horas. El resto de su ejército es masacrado por vecinos de las inmediaciones. 

La batalla de Aljubarrota se saldó con 1000 muertos por parte de las fuerzas lusas y entre 4000 fallecidos y más de 5000 prisioneros.

Castilla, tras las derrota, permaneció dos años de luto. 

Análisis de la Crisis sucesoria

Un análisis certero de la batalla que impidió la unión de las coronas de Portugal y Castilla.