Pero Eduardo era, sobre todo, un iberista convencido, reconocido con los mayores galardones de su país, como el premio Camões en 1996 o el Pessoa en 2011. También premiado en distintos países, entre los que se incluye España, con el premio Extremadura a la Creación a la trayectoria de un autor iberoamericano.
Portugal llora. Ya no están ni Pessoa ni Saramago ni Lourenço. El presidente de la República portuguesa manifestó el dolor del país por tan gran pérdida y declaró el luto nacional.
Quiso la casualidad que Lourenço dejase este mundo el 1 de diciembre, justo cuando Portugal celebra la Restauración de su independencia, tras sesenta años de unión ibérica dentro de la monarquía hispánica de los Habsburgo. Ese fue su último mensaje: “Avancemos en unas relaciones lúcidas y definitivas. No somos agentes opuestos”.
Fue así como el gran Lourenço llevó a cabo un didactismo intelectual para relegar definitivamente ese antiespañolismo que él calificaba como «a doença infantil do nosso nacionalismo».
Hagamos del iberismo un gran movimiento que traiga prosperidad a la Península Ibérica.