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Catalina de Bustamante, la profesora de los indígenas

7 de septiembre de 2021

Salir en un libro de historia es un honor que muchos no tendremos. Y no será por mérito, como es el caso de Catalina de Bustamante, ¡Conócela!

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Qué bien les vendría a algunos una profesora como Catalina de Bustamante, pues parece que se ha puesto de moda el derribar estaturas de Cristobal Colón, envío de cartas para pedir disculpas por la conquista o la promoción de un rancio y populista nacionalismo que no es otra cosa que un síntoma inequívoco de una gran ignorancia.

Juventud y viaje a América

No me gustaría decepcionarte con esta gran historia, pero se sabe bien poco de Catalina de Bustamante, pero aún así, sabemos lo suficiente como para poder admirar su enorme trabajo y contribución a la humanidad.

Y la conocemos como la primera maestra de América. ¿Quieres saber por qué?

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Sabemos que era extremeña, de la localidad pacense de Llerena, y que muy joven, con apenas 25 años, marcha a América con su marido, el cual sabemos que se llamaba Pedro Tinoco y con sus dos hijas María y Francisa. Al viaje se unen sus cuñadas María y Juana (y no, no es broma)

Llegan a la isla de la Española, que hoy son dos países (Haití y Santo Domingo). Ahí pasan unos años y parece ser que conocen a un tal Fray Bartolomé de las Casas, quién llegará a ser muy conocido por las denuncias de abusos de los encomenderos a los indígenas. Allí comenzaría su formación como maestra de jóvenes de nobles y capitanes residentes en la isla. 

Catalina de Bustamante fue la primera profesora de América

De Santo Domingo a México

La pobre de Catalina de Bustamante enviudó y tuvo que buscarse las habichuelas en otro lado. 

Estamos en 1526 aproximadamente, y Hernán Cortés ya había terminado la conquista del Imperio Azteca. 

Hernán Cortés estaba muy preocupado por combatir la poligamia y la venta de esposas, así que escribió al Emperador Carlos V para que enviasen misioneros franciscanos, como si aquello no costase.

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En una de esas remesas de voluntarios, llegó Catalina de Bustamante al Virreinato de Nueva España, más o menos de lo que hoy es México. 

Al ser seglar de la congregación, consigue la cesión de un palacio en Texcoco, y allí hará un colegio femenino para indígenas.

En su colegio, nuestra protagonista les enseñaba a leer y escribir y sobre todo las educaba para que fuesen tratadas como personas y no como mercancía (algo muy habitual en las sociedad precolombinas para sellar alianzas). 

Ya de paso, les enseñaba religión católica, con la particularidad de que la catequesis era en náhualt. Este sistema fue elaborado por Pedro de Gante. A todo esto, luego se le sumaban algunas clases prácticas, que permitieron a las indígenas conocer las costumbres españolas. 

Sin duda, algo bastante revolucionario dentro de las tribus mexicanas en el siglo XVI.

Petición de ayuda al Rey.

Todo no iba a ser color de rosa en esta historia, porque para eso, ya están los cuentos con felicidad y perdices. 

En el mes de mayo de 1529, el alcalde de villa de Antequera del valle de Guaxaca, se enamora de una alumna de Catalina de Bustamante. La mujer se llamaba Inesica. 

Pues bien, al alcalde, que se llamaba Juan Peláez de Berrio, no se le ocurre otra cosa que raptar a Inesica y a su criada.  

Catalina decide acudir a todas las instancias posibles. Primero acude al obispo Juan de Zumárraga, pero ni con tropas consigue que la mujer sea devuelta. 

Luego se va a la Audiencia de México, donde denuncia al Alcalde, pero claro, dio la casualidad de que allí estaba destinado un hermano del alcalde, y como buen hermano, escondió la denuncia en algún cajón. 

Y es que claro, todo esto ocurrió en ausencia de Hernán Cortés, y bajo el gobierno de Nuño de Guzmán, que fue un déspota, más malo que un dolor de muelas. Pero del que sabemos que murió preso en el castillo de Torrejón de Velasco, después de liarla parda en América. 

Finalmente, consigue esquivar los controles de la correspondencia y consigue enviar una carta al Rey. Pero claro, Carlos no andaba por España, como era de costumbre, pero eso no fue problema, porque la Emperatriz Isabel de Portugal, se preocupó por reparar el agravio y dejar bien claro que las cosas se hacían como en la península y no cómo quisieran algunos conquistadores.  

Nuño de Guzmán tiranizó el Virreinato de Nueva España en ausencia de Hernán Cortés.

Últimos años

Isabel de Portugal volvió a recibir una carta de Catalina de Bustamante. La profesora le decía a la Emperatriz que no recibía ningún tipo de apoyo en su labor educativa. 

La reina no tardó en mandar para Nueva España todo un equipo de educadores con los que consiguió aumentar el número de estudiantes hasta 4000 mujeres indígenas, repartidas en diez colegios.

Todo iba viento en popa, hasta que una epidemia de peste acabó con la vida de nuestra profesora en 1545. 

Su legado en favor de la educación de las niñas mestizas y mexicas, y su intento de mejorar sus vidas al intentar que dejaran de ser mercancía para sellar tratos entre caciques locales no ha sido olvidado. 

Una estatua en su honor, en Texcoco, inmortaliza su vida y obra con el lema: “Maestra Catalina de Bustamante, primera educadora de América”.