Juan Miguel Zunzunegui

Hispanidad exiliada

Somos mestizaje y fusión. La hispanidad es ese lugar en el mundo y cualquier otra idea nos mantendrá en nuestro exilio.

Sábado, 19 de agosto de 2023

Tiempo de lectura: 7 minutos

Hay un solo proyecto que podría funcionarle a la América mal llamada latina, pero es el único que ha rechazado durante doscientos años: la hispanidad. Todo un mundo, una civilización por derecho propio, incapaz de encontrar su lugar e identidad en este planeta, creando narrativas fantasiosas y falsos culpables, inventando inexistentes conquistas, todo con tal de negar su hispanidad… todo por una historia mal contada que nos tiene desde hace doscientos años en el exilio.

No hay mayor exilio que romper con tu cultura e identidad

El imperio español cayó en la era en la que finalmente caían o se transformaban todas las monarquías, comenzando simbólicamente en Francia. Pero los franceses, como los ingleses en su revolución siglo y medio atrás, y los pueblos europeos que se revolucionaron en el siglo XIX, lo que hicieron fue romper o transformar los lazos con sus coronas. Los hispanos de América, inoculados ellos mismos con narrativas inglesas de leyenda negra, rompieron con su corona y con toda su cultura e identidad. No hay mayor exilio que ese.

Hispanidad exiliada
► Colectivo de indigenistas celebrando su pasado precolombino

Más de quinientos millones de seres humanos compartimos la lengua que nació en Castilla, y con ella compartimos historia, cultura y cosmovisión; y somos sin embargo un pueblo exiliado. Medio millardo de humanos confundidos, españoles buscando su Ser en Europa y americanos buscándolo desesperadamente entre el pasado y la imaginación; cuando nos une lo más importante que puede compartir una comunidad: el sistema de símbolos con el que interpreta el mundo: la lengua.

La Hispanidad es una civilización que se rechaza a sí misma.

Nada ha logrado la América hispana, y muy poco su madre patria, en las dos centurias que lleva nuestra separación. La hispanidad es una civilización que se rechaza a sí misma a causa de una terrible narrativa histórica, plagada de mitologías deliberadamente perniciosas, que nos llevan a negar nuestra hispanidad en español, y que giran en torno a un mitema fundamental y fundacional: la conquista. Trauma de unos y culpa de otros.

Todo es una cuestión de narrativas. Mil doscientos años antes de la era cristiana, una oleada de pueblos nómadas llegaron a través de las estepas ucranianas y el Mar Negro a la península de los Balcanes. Arrasaron todo a su paso hasta llegar al Mediterráneo; destruyeron Creta y tuvieron un siglo de enfrentamientos contra Egipto. Todo sucumbió ante la arremetida de los llamados Pueblos del Mar. Pero esos nómadas se instalaron, se adaptaron a las nuevas tierras, adoptaron sus formas culturales y con el paso del tiempo formaron una gran civilización. Hoy les decimos griegos.

¿Fue Cortés un bandido, un ladrón y un genocida?

Los invasores griegos, ya civilizados, fueron invadidos por los romanos, que destruyeron mucho y también crearon, y desde luego, motivaron sincretismo y fusión de culturas. Su principal producto es España y a través de ella América. Pero ellos también fueron invadidos y su imperio destrozado por una serie de pueblos germánicos que con el tiempo formaron los reinos europeos: alamanes, anglos, sajones, francos y godos. A la formación de Europa como civilización contribuyeron también los eslavos, los búlgaros y los vikingos. Todos invasores, todos conquistadores, todos formadores de cultura.

La Hispanidad en la Noche Triste
► 'La noche triste de Hernán Cortés', obra de Manuel Ramírez Ibáñez. Diario Hoy

En el siglo séptimo,  tribus de árabes comenzaron a salir de su península y a invadir Medio Oriente y el norte de África con el Islam como bandera e impulso. Tomaron mucho de la cultura judía y la cristiana, del imperio persa que destruyeron y de la civilización grecorromana a la que le arrebataron territorios del imperio romano de oriente. El Levante y el norte de África vieron la muerte de una civilización y el nacimiento de otra.

Todo es cuestión de narrativas. Todos fueron invasores y conquistadores. Todos formadores de cultura

Los arios invadieron el Indostán y forjaron la gran civilización que tanto tiempo después fuera invadida por Alejandro. Los hebreos invadieron Canaán y de su violenta imposición nació una civilización judeocristiana, los vikingos invadieron una isla y forjaron Inglaterra. Los pueblos germanos sometieron a la Roma que a su vez había sometido a los griegos, y de ese violento choque nació Europa. Romanos y árabes invadieron Iberia y construyeron España.

Sin embargo, Hernán Cortés invadió el valle de Anáhuac. Él «destruyó una cultura». Cortés fue un bandido, un ladrón, un genocida, jamás un creador de civilización. Los hechos son los mismos, sólo cambia drásticamente la interpretación. La historia humana es un ciclo constante e inevitable de encuentros y conquistas que han ido formando las culturas.

Quinientos millones de hispanohablantes negando en español la civilización que por derecho somos. Quinientos millones de mentes que comprenden el mundo en la misma lengua que los hace herederos de tres mil años de historia, rechazando su propia cultura pletórica de hispanidad. Porque España, con el imperio hizo civilización. La América hispana es otra extensión de Roma a causa de Castilla.

Cada detalle de lo que somos hoy, es resultado de que cada detalle del pasado haya sido como fue. Diez generaciones arriba de nosotros, tenemos 1024 ancestros; nuestra existencia, vida e identidad, tal y como es y que nos hace ser tal y como somos, depende de que cada uno de nuestros 1024 abuelos se hayan conocido en tiempos del renacimiento. Si quitamos a uno sólo todo sería diferente, y sucede exactamente lo mismo con los pueblos… No hay México sin Hernán Cortés. Por añadidura y consecuencia lógica, ningún país de Sudamérica existiría tampoco.

La Conquista se convierte en la narrativa victimista que justifica toda decadencia

Pero la conquista se convierte en la narrativa victimista que justifica toda decadencia. En México, ningún indígena de hoy padece sus pesares a causa de España sino de los gobiernos mexicanos, de las estructuras sociales intolerantes y segregacionistas del propio mexicano. Fue el estado mexicano moderno el que nunca supo, y después nunca quiso, integrar al indígena.

No existe ninguna deuda. México ganó tanto más que España en esa llamada conquista. Gracias a América, España nació grande, poderosa e imperial; pero nacimos juntos. Todos esos países hispanoamericanos de hoy son mitad hispanos, y esa hispanidad es la mitad de su grandeza. Nos decimos hermanos, y olvidamos que no es la parte indígena la que nos hermana, es la comunión en la hispanidad.

Tenemos una Hispanidad es un eterno conflicto en espera de resolución

De la gloria de Castilla recibimos en América una robusta raíz que se hunde en las profundidades grecolatinas y judeocristianas, que junto a la siempre negada raíz árabe, son parte de nuestro origen. De la grandeza mesoamericana todo es nuestro. Y es que somos mestizos con lo mejor de dos mundos maravillosos y de imperios gloriosos en ambos lados del océano.

Mestizaje de la Hispanidad

Somos un eterno conflicto en espera de resolución. Mestizaje y fusión. Teotihuacan y Roma, Tenochtitlan y Castilla, Guadalupe y Tonantzin, Jesús y Quetzalcóatl, América y Europa. Un glorioso resultado de una humanidad que se encuentra y se reconoce. Somos la fuerza viril que da y la energía femenina que recibe. El padre y la madre, los intelectuales del exilio y los sabios místicos de tiempos ancestrales. 

La Hispanidad es el glorioso resultado de una humanidad que se encuentra y se reconoce

La Hispanidad es el resultado de milenios de encuentros entre todas las culturas de la humanidad, pirámide y catedral. Crisol, fusión y mezcla. Un resumen de la historia, somos los hijos de España y América. Somos ese lugar en el mundo y cualquier otra idea nos mantendrá en nuestro exilio.