Hay muchos días que pueden ser considerados como «El día del iberismo». Hay algunos iberistas, que con acierto, promueven la creación de un calendario iberista.
De todas las que se pueden promover (nacimiento de Saramago, Cortes de Tomar, Llegada de Elcano tras la expedición magallánica, firma del Tratado de Trujillo, entrada de Portugal y España en la UE), creo que la mejor opción es la del 7 de junio.
Ese día nos hace recordar un hito histórico que permitió zanjar años de rivalidades entre portugueses y españoles. Años de guerras, de intentos de sumisión de unos sobre los otros y generación de odios necesarios.
Ese día, se firmaba en 1494 el Tratado de Tordesillas. Un acuerdo, que nos permitió definir el presente, con la existencia de la actual Comunidad Ibérica. Hablamos del primer tratado de la Edad Moderna. Un documento que estuvo casi 300 años en vigor y que actualmente está reconocido por la UNESCO.
El 7 de junio de 1494 se firma en Tordesillas el Tratado más importante de la historia, reconocido por la UNESCO.
El Tratado de Tordesillas se realiza entre dos reinos independientes. Y el iberismo solo puede avanzar si reconocemos que Portugal y España quieren avanzar respetando las respectivas soberanías nacionales.
No es un día donde prevalezca un escritor sobre otro. Ni tampoco que le pueda sentar mal a los portugueses, especialmente con las Cortes de Tomar, donde Felipe II, es coronado como rey de Portugal, tras la entrada de los Tercios en el país vecino. El Tratado de Tordesillas es el más importante de la historia y quizá llegue otro, como los acuerdos de amistad que existen, pero de momento, no son determinantes, para el aumento o la creación del eje ibérico que anhelamos.
Ya es hora de que portugueses y españoles volvamos a pensar en grande y mirar a lo lejos. Dejémonos de palabras gruesas y divorcios políticos, porque ya no es que miremos de reojo a Portugal, ahora también nos miramos con resquemor entre nosotros mismos. Pensemos en una alianza, cuanto más profunda mejor, entre Portugal y España dentro del marco de la Unión Europea, hagamos caso a don Sinibaldo. Uno más uno son más de dos; ¡viva el Iberismo!