Pablo Victoria- Leyenda Negra en América
Pablo Victoria

La Leyenda Negra en América

La envidia, el odio y los celos fueron la respuesta a tres siglos de gloria. Todo lo que tienes que saber de la Leyenda Negra en América.

Viernes, 10 de febrero de 2023

Tiempo de lectura: 5 minutos

No es difícil localizar el origen de la Leyenda Negra en América. Surge de la necesidad de los rivales de terminar con el poder hegemónico ejercido por España como potencia mundial. Un imperio en vías de expansión por el mundo entero.

Pero, este proceso, se consolidará antes, con las guerras de Flandes y las pérdidas pérdidas territoriales europeas. Entonces, América tomará el testigo, para culminar la labor de sus enemigos en el siglo XIX.

La Leyenda Negra en América se expande por tres motivos que te contamos en este texto

Los españoles ya habían sido expulsados de los Países Bajos (1648), del Franco Condado (1679), del Reino de Nápoles (1713), del Milanesado (1714) y del Reino de Cerdeña (1720). Derrotas militares, seguidas de una campaña mediática que conocemos como Leyenda Negra.

Y a esa campaña se sumará Simón Bolívar que llegará a decir de los españoles que son: «Tránsfugos y errantes, como los enemigos del Dios-Salvador, se ven arrojados de todas partes y perseguidos por todos los hombres…». «Sáquenlos de todas partes», decían los británicos en Europa, porque en el mundo nadie podía osar tener más que los españoles.

Mientras Bolívar hablaba en América, la invasión napoleónica sentenciaba a un Imperio rival de la Revolución francesa. Una Revolución que declaró la guerra a la España de Carlos IV en 1793, quien consideró a los españoles y a sus ideas como un peligro, sumido en el integrismo religioso, que la condenaba a un atraso económico y social. 

Era Leyenda Negra, pues mientras la España absolutista se enfrentaba a la Francia revolucionaria, hombres como Malaspina y Bustamante recorrían las costas de América en una expedición que haría historia, pero que sería borrada del mapa. 

Simón Bolívar calificó a los españoles como tránsfugos y errantes, perseguidos por todos los hombres

No podían los ilustrados franceses perdonar a la hispanidad la enorme cantidad de heroicas gestas realizadas por caudillos más grandes que su sombra. Una epopeya conquistadora de inmensos y desconocidos territorios donde, sin saber hacia dónde iban, no dejaron de seguir llegando.

No cejaron de domeñar breñas, fundar pueblos, civilizar razas, morigerar costumbres, cristianizar almas y escribir en códices ocultos para los extranjeros.

Tres siglos de gloria habían sido demasiados como para no fatigarla y exaltar los ánimos de quienes, con envidia, odio y celos, contemplaban la épica aventura.

Leyenda Negra en América

Envidia, porque fueron los españoles los primeros europeos en establecer colegios y universidades en América cuando todavía los angloamericanos talaban árboles y cazaban zorros en las blancas y gélidas estepas de Nueva Inglaterra, Virginia o las Carolinas, para cubrir sus carnes mordidas por el frío.

Jamás podrán contar que no fueron ellos, sino los españoles, quienes fundaron en América veintitrés centros de enseñanza superior, réplicas de la Universidad de Salamanca. Allí donde graduaron 150.000 estudiantes, entre blancos, mestizos y negros. Mientras los holandeses, después de tres siglos de presencia en las Indias Orientales, no llegaron a fundar ninguna institución de instrucción superior en aquellas tierras.

Odio, porque fue España la primera en permitir la oposición de las ideas, estimuladas por la Corona, que acompañaron al descubrimiento y que constituyen gloria de su civilización.

Celos, porque la justicia cristiana siempre presidió y enalteció la política del Imperio y porque prevaleció por siglos la tesis de Juan Ginés de Sepúlveda de que el rey hispano tenía derecho de gobernar en América. Opuesta a la de fray Bartolomé de las Casas, personaje que hasta el final insistió en que la conquista fue una cruel injusticia contra los pacíficos e inocentes indios.

La Leyenda Negra en América es el resultado de la aceptación de las tesis de Fray Bartolomé de las Casas, frente a las de Juan de Sepúlveda

Porque fue ahí, de la pluma del dominico, siempre prolífica aunque desviada, donde salió el infundio de una codicia española causante del holocausto de veinte millones de indígenas. Fue el origen de la Leyenda Negra en América. 

Una estampa de depravación que sirvió para alentar la disputa sobre el Nuevo Mundo que mantuvieron Holanda e Inglaterra contra España. Una España que volcó sobre sus costas la cultura, admiró al mundo con sus tremendos descubrimientos y acrecentó con fabulosas riquezas su poderío económico y militar.

El acto de extender la religión católica por parte de España en el continente americano se reputó fruto del fanatismo y de la intolerancia. En cambio, el acto de descabellar indios por cuenta de Inglaterra se disculpó como un acto comprensible de una potencia que defendía a sus súbditos de la ferocidad indígena.

Heredamos la historia de un imperio español decadente y oscurantista; Y un Reino Unido, heroico y civilizado. La lucha de la mano civilizadora de España contra los indios salvajes se denominó «el exterminio español», en tanto el exterminio indígena en la América del Norte, en el caso inglés, tornó en llamarse «la salvaguarda del trabajo colonial».

Es verdad palmaria que jamás España tuvo reyes más crueles que Enrique VIII, Isabel I, o Jacobo I de Inglaterra. El terror ejercido por estos monarcas contra su pueblo, o contra los celtas de Escocia, o contra los irlandeses, se volvió a reflejar en su política de exterminio de los indios norteamericanos.

La Revolución francesa junto con la acción inglesa, contribuyeron a la desaparición del Imperio español

De la tesis de Fray Bartolomé de las Casas, compradas por el Reino Unido u Holanda, llegamos a esa Revolución Francesa que conquistó el corazón de los independentistas americanos. 

Unos independentistas que vieron su oportunidad tras el pronunciamiento absolutista de la Santa Alianza, la nueva invasión francesa de 1823 (Cien Mil Hijos de San Luis) y el reconocimiento inglés de la Independencia del Virreinato de Nueva Granada en 1824. 

Tres hechos que fueron la partida de defunción del Imperio malherido. Unas heridas infectadas tras esas pérdidas territoriales en Europa, la derrota contra los revolucionarios franceses y la invasión napoleónica de la Península. 

Con esa muerte, dio comienzo la deriva de dos siglos de una América cuya soberanía se habría de trocar en un simple juego de palabras.

El resultado final fue Bolívar. Un falso héroe que consumó un verdadero holocausto. El único del que, en realidad, se tuvo noticia alguna en América: el de españoles porque, exterminio de indígenas nunca hubo, al menos que hubiese sido ejecutado por españoles, sino más bien de criollos contra españoles. 

Un exterminio llevado a cabo por los hijos que parieron vientres de madres españolas y voltearon sus cuchillos contra ellas y sus padres. 

Amén de haber dado la espalda a la Madre Patria en sus momentos más angustiosos, invadida por el tirano de Europa.

Bien harían los criollos en mirarse al espejo. Reflejo vivo de sus antepasados

Este es el holocausto del que no se atreven a hablar ingleses ni holandeses. Del que tampoco hablaron quienes tejieron la Leyenda Negra contra España, ni los propios independentistas. Si lo llegaran a hacer, tendrían que explicar por suerte de qué títulos tendrían los criollos más derechos que los nativos. Derechos de pertenencia de una tierra que fue conquistada y cristianizada por sus padres y sus abuelos.

Que bien vendría que los criollos se mirasen al espejo y analicen si son más españoles que indígenas. Si son más blancos que cobrizos. Fueron los criollos blancos, descendientes de españoles, los que hicieron la revolución. 

Aquellos que, desde un primer momento, tendrían que haber renunciado a permanecer en esas tierras, devolviéndolas a sus antiguos moradores. Una renuncia que hubiera sido mejor que levantar la mano contra sus hermanos de sangre y conquista…