
Las propuestas y medidas iberistas suelen levantar muchos recelos y alguna que otra ampolla. Y no son pocos, los que se suman al carro de las posibilidades que ofrece nuestro movimiento, aunque siempre haya alguno que quiera meter su propia moneda.
A algunos les asusta que el iberismo lleve implícita la desaparición de España o que se aproveche este momento para dar la puntilla a nuestro país como nación.
Lo primero que debemos diferenciar son las causas que pudieran provocar la desaparición de España.
Separación de sus regiones.
Lo que debemos tener claro desde ya, es que el iberismo es un movimiento integrador. La Sociedad Iberista ni defiende ni avala ideas que pretendan su utilización para construir fronteras entre las regiones que actualmente conforman España.
Es por eso, que nuestro asociación defiende la fórmula de una península ibérica unida en forma de federación, es decir, una unión sin ningún tipo de paliativos, donde las regiones cuenten con una autonomía suficiente de gestión en igualdad de condiciones las unas con las otras. Es la única fórmula posible para que Portugal decida participar de este proyecto en un futuro próximo.
Consulta las fases del iberismo, para conocer cuándo se debe invitar a Portugal a la construcción de un Estado peninsular unificado.
Por eso, el iberismo debe defender el federalismo simétrico. Los derechos históricos no pueden avalar diferencias entre las distintas regiones, por lo que, es de justicia buscar la plena igualdad entre los territorios que componen la península ibérica, islas y ciudades autónomas.
El nombre de España, debe cambiar.
La participación de Portugal en el proyecto ibérico implica que debamos adoptar otra denominación como país. Porque, aún siendo verdad que los romanos llamaron Hispania al conjunto de la península y, aun a pesar de que la historiografía, también avalaría denominar España a todo el conjunto peninsular, a lo largo de los años, la palabra «España» ha sufrido un cambio léxico-semántico que produce rechazo en Portugal. Un cambio auspiciado por causas históricas, sociales y psicológicas.
En tiempos de Luis de Camões no era extraño conocer a la península ibérica como «Las Españas». Esto incluía a los reinos de Portugal, Castilla, Aragón o Navarra entre otros. Y aunque te parezca mentira, la frase de «Hablad de castellanos y portugueses porque españoles somos todos», NUNCA fue dicha por el escritor portugués. Camões fallecería un 10 de junio de 1580, dos meses antes de que el rey Felipe II se hiciera con la corona de Portugal.
El Austria será coronado en la ciudad portuguesa de Tomar en 1581, haciendo así realidad el sueño de Isabel la Católica, que como explicamos en otro texto, era descendiente directa del propio Nuno Alvares de Pereira. ¡Qué bonita es la historia, !
Sin embargo, la palabra «España», ya no representa a los portugueses porque con la llegada de los Borbones ese concepto histórico de la Hispania romana a recuperar se perdió. Y los portugueses confunden con relativa frecuencia con el Corona de Castilla que la dictadura del Estado Novo procuró ver como la mayor de las enemigas Nacionales.
La nación española es el resultado de la fusión de cinco de los seis reinos peninsulares y la posterior apropiación del nombre, como hemos indicado, sin contar con Portugal, que llegó a quejarse en su tiempo.
Esto genera un problema muy gordo para el iberista, que inevitablemente tiene que renunciar al nombre de España y adoptar el de Iberia, para poder hacer crecer el movimiento en Portugal.
Bandera e himno.
Otros de los temas siempre recurrentes. Una pescadilla que se muerde la cola dentro del movimiento iberista y que lleva a eternos debates irresolutivos. Lo mismo que la Unión Europea cuenta con sus distintos símbolos, una Federación ibérica también contará con los suyos, sin que, en principio, las naciones constituyentes, deban renunciar a los suyos.
La Desaparición de España y Portugal
Y llegamos al final de este texto, respondiendo a la pregunta final. ¿Llegarán a desaparecer Portugal y España? Pues depende, depende de lo que se decida en cada momento y hasta dónde quieran llegar ambos países.
Os vamos a poner dos ejemplos muy claros. El primero fue la unión de Castilla y Aragón, quienes en un primer momento compartieron ciertas instituciones, especialmente un rey y la Inquisición, pero siguieron conservando su soberanía. El tiempo al final hizo que se esa unión, surgiese España, y no pasó nada malo, porque la heterogeneidad surgida, la riqueza cultural y los beneficios obtenidos merecieron de sobremanera el sacrificio de ambos reinos en pro del nacimiento de España.
El segundo ejemplo es la reunificación alemana de 1990. Dos naciones con el mismo nombre, dejaron atrás sus diferencias para construir una Alemania más fuerte, que ahora mismo es la locomotora de Europa y uno de los mejores países del mundo.
Es decir, que si Portugal y España dejasen de existir, sería para culminar el proyecto iniciado años atrás. Donde todos estemos de acuerdo y unamos las últimas instituciones no compartidas, a saber, una jefatura de estado, un parlamento, una administración pública o de justicia, etc.
En todo caso, sí algún día llegase la anhelada integración ibérica nosotros diremos que, Portugal y España evolucionaron para dar a luz un nuevo Estado, que permita un mayor desarrollo humano, social, democrático y económico.