
A lo largo de estas líneas, vamos a procurar explicar por qué España precisa de una reforma territorial que la lleve a adoptar un federalismo simétrico. Una reforma esencial para impulsar esa alianza estratégica que procuramos con Portugal, y que proyecte social y económicamente a ambas naciones dentro del club europeo.
En todo caso, esta propuesta es una reforma exclusiva para España, dados los problemas territoriales de los que adolece desde hace años y es, para nosotros, muy importante volver a unir, establecer de nuevo los lazos que las distintas regiones han perdido y cementar las grietas por donde el nacionalismo cabe para erosionar, aún más, la crisis territorial.
Lo primero, ¿Qué es una federación?
Pues el término federación proviene del latín, de la palabra “foederati”, que venía a denominar a las tribus que habían suscrito un “tratado solemne y vinculante” con la República romana, una “asociación” entre pueblos para construir un futuro juntos y de forma permanente. Es importante que entendáis este apartado para saber que lo que el iberismo desea es construir alianzas donde dejemos de hablar de autodeterminaciones e independencias.
¿Y qué es España ahora?
España en la actualidad, es un sistema unitario descentralizado, que en la práctica viene a suponer un estado federal, debido al estado de las autonomías instaurado en España con el aprobación de la Constitución de 1978. Y qué mejor frase que la de Joan Romero González, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Valencia: «Un Estado compuesto, con textura federal, pero sin cultura federal»,
Pero adolece de un gran problema que no sucedería con un estado federal, puesto que, constitucionalmente se reconoce que dos regiones de España tienen un sistema foral singular, que les otorga una gran autonomía frente a otras regiones que dependen de lo que el Estado central les asigna presupuestariamente. Y claro, las demás quieren lo mismo que tienen Euskadi o Navarra. Al final, tenemos disfunciones, inequidades, desigualdades y asimetrías en el funcionamiento del Estado autonómico.
El resto de regiones, además tienen una total dependencia del gobierno central, que ha llevado a comunidades como Cataluña, gobernada por el nacionalismo, a alimentar proclamas como la de “España nos roba”, para exigir al poder ejecutivo mayor cantidad de dinero. Pero de todo esto, también tiene culpa el Gobierno Central quién por cuota de poder ha permitido bañar en dinero a unas regiones frente a la discriminación total de otras. Los beneficiados, normalmente, suelen ser las comunidades donde gobierna el nacionalismo, cuyos partidos se presentan solo en su región y consiguen un número de diputados suficientes como para ser esenciales a la hora de formar gobierno, máxime en lo tiempo que ahora corren, donde no existen mayorías absolutas.
Las autonomías también han dado lugar a un foco de corrupción, pues la sensación de que el estado central asigne un dinero anual, provoca la falsa sensación de “impropiedad” del dinero público, destinándose éste a fines distintos a los que pudieran repercutir en la calidad de vida de los ciudadanos. Es más, ese dinero solía servir para mejorar la calidad de vida de unos pocos.
Es decir, vemos que las regiones que componen España han sufrido las consecuencias de las malas políticas aplicada por sus líderes, quiénes o han malgastado dinero del erario público, o sencillamente lo han robado. Y eso, sin un control férreo por parte del estado central, hace a éste cómplice de este entramado político del que adolece España.
Las competencias
Todo lo anteriormente expuesto, ha llevado a España a una pugna por las competencias asignadas, las cuáles, vienen asignadas en el artículo 148 y 149 de la Constitución española. Especialmente criticable el artículo 148 que da acceso a las Comunidades Autónomas a reclamar más competencias y a llegar a confundir las que puede asumir con las que nunca podrá asumir, pues son competencia exclusiva del Estado.
Al final, todo se resume en la posibilidad de manejar el dinero que cada uno recauda y, por eso, se inicia esa lucha entre estado central y autonomías.
Federalismo Vs estado autonómico
El estado autonómico es un “quiero y no puedo” y el federalismo es un sistema bastante desconocido que genera desconfianza, máxime cuando muchos lo plantean como una posibilidad para desmembrar España y hacer que la región segregada se una o no a la federación que se cree.
Desde la Sociedad Iberista creemos que el federalismo implica un cambio de mentalidad. El Estado deja de distribuir el dinero que las comunidades autónomas recaudan para comenzar a ser un prestador de servicios. Es decir, un Estado central se encargaría de una sola representación exterior, de la gestión de la defensa o de gestionar asuntos que afecten a más de una región y solucionar conflictos que puedan generarse.
Como decimos, un prestador de servicios que cada comunidad autónoma, ya como estado federado, debe contribuir al sostenimiento. Unos servicios que pueden permitir la creación de fondos de compensación que permitirían impulsar el desarrollo de zonas rurales o de estados federados más pobres, gestionándose éstos de forma objetiva, sin ningún tipo de interés político.
En resumen, implicaría que el estado federado recauda todo el dinero impositivo que pueda y posteriormente paga los servicios que ofrezca el estado central, para ayudar a su mantenimiento.
¿Y por qué simétrico?
Habéis leído que Euskadi y Navarra tienen una serie de asimetrías que les permite tener mayor autonomía. La Sociedad Iberista quiere acabar con las asimetrías, pero no quitando los que tienen estas regiones forales, sino permitiendo que el resto puedan optar a tener la posibilidad de recaudar sus propios impuestos. ¿No crees que sería justo?
Sabemos que es complicado que todos tengan las mismas competencias para todo, porque el Principado de Asturias puede gestionar asuntos de mar que la Rioja no podría por cuestiones geográficas.
Pero, aún con esas, creemos que se puede alcanzar una equiparación interterritorial justa entre las regiones que componen España y fomentar la cohesión territorial a través del federalismo simétrico. Podemos terminar con las negociaciones bilaterales entre estado y una región concreta y comenzar a negociar de forma multilateral, para terminar con los agravios comparativos.