La Inquisición
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Si tenemos que contar una historia, esa es la de los 13 de la fama. Hombres que contra la adversidad, dan un paso al frente y consiguen conquistar el Imperio Inca. ¿No te lo crees? Te lo explicamos:
El Imperio Inca (Tahuantinsuyo o el de las cuatro regiones) era un basto territorio que ocupaba amplias zonas de Perú, Ecuador, Chile y Colombia.
Abarcó 2 500 000 km² entre el océano Pacífico al oeste y la selva amazónica en el este, desde el río Ancasmayo (Colombia) al norte hasta el río Maule (Chile).
El origen del Imperio se remonta al siglo XIII, cuando los incas, una tribu pequeña de la región del Cusco, iniciaron una expansión territorial a través de alianzas y conquistas.
El líder inca Pachacútec fue el principal responsable de la consolidación del Imperio y de su expansión a lo largo de los siglos XV y XVI.
El Imperio Inca alcanzó su apogeo en el siglo XV, con una población de más de 12 millones de personas. Los incas construyeron una impresionante red de caminos, que unía las distintas regiones del Imperio y permitía una rápida comunicación y movilización de tropas. También construyeron impresionantes estructuras arquitectónicas, como la ciudadela de Machu Picchu y la fortaleza de Sacsayhuamán.
Sin embargo, a finales del siglo XVI, el Imperio Inca entró en un proceso de decadencia debido a una serie de factores, entre los que destacan las luchas internas por el poder y la aparición de enfermedades introducidas por los europeos. Estos factores debilitaron al Imperio y facilitaron su conquista por parte de los españoles en 1532, liderados por Francisco Pizarro, del que hablaremos a continuación.
Entre los logros del Imperio Inca se encuentran la organización de una sociedad altamente jerarquizada y la creación de un sistema de registro y contabilidad basado en el uso de los quipus, un sistema de cuerdas y nudos. También destacan sus avances en la agricultura, como la construcción de terrazas en las laderas de las montañas, y su habilidad para trabajar el oro y la plata.
Sin embargo, también existen hechos reprochables en la historia del Imperio Inca, como la práctica de sacrificios humanos en algunas ceremonias religiosas y la existencia de una clase de nobles que vivía a expensas del trabajo de los campesinos. Además, la conquista y expansión del Imperio implicó la imposición de la lengua quechua y la eliminación de otras lenguas y culturas locales.
Francisco Pizarro fue un hijo bastardo de la pequeña nobleza en Extremadura. Él se dedicaba a la crianza de los cerdos, una profesión que daba prestigio, al no consumirse este animal entre judíos y musulmanes.
La falta de Conquistas en la Península Ibérica, hacen que miren al Nuevo Mundo, como una posibilidad de cambiar su estrella y conseguir fortuna y fama.
Por eso, a la llamada de Nicolás de Obando, el joven Pizarro responde, alistándose para conquistar América. Acudirá por eso hasta Sevilla, donde embarcará para ir al Nuevo Mundo. De esta primera etapa, sabemos muy poco.
Tres son las expediciones que acometió Francisco Pizarro para conquistar el Imperio Inca. La segunda de ellas será la del punto de inflexión. La victoria contra la derrota. Saldrá victorioso.
Será en esta segunda expedición y después de un año de exploraciones, cuando llegan a un punto muerto. Los conquistadores no encuentran ni un gramo de oro o plata y están un poco hartos de las recurrentes promesas. Acosados por el hambre y hostigados por el enemigo, tiene lugar un momento clave en la expedición del trujillano.
Francisco Pizarro lleva 25 años en América y tiene claro su destino. Tiene 52 años y tira el dado, con suerte de que le salga lo apostado.
Un barco había llegado hasta la Isla del Gallo con órdenes claras: Debía regresar. ¿Qué hará Francisco Pizarro?
Pues no resignarse. Y en aquella Isla del Gallo, situada en lo que hoy es Colombia, trazó una línea en la arena de la playa.
Pasó la línea y dijo: «Dónde estáis volvéis a Panamá, a ser pobres. Donde estoy, vamos al Perú a ser ricos.» De los 112 supervivientes, solo 13 decidieron pasar la línea y seguir a Pizarro en su aventura. El resto regresó a Panamá en una embarcación de rescate comandada por Juan Tafur.
Los nombres de tan singulares hombres son: Alonso Briceño, Alonso Molina, Antonio de Carrión, Bartolomé Ruiz, Cristóbal de Peralta, Domingo de Solaluz, Francisco de Cuéllar, García de Jarén, Juan de la Torre, Martín de Paz, Nicolás de Ribera, Pedro Alcón y Pedro de Candía.
Tras tan fílmica escena, los trece voluntarios (Aunque algunas fuentes lo elevan a dieciséis), decidieron esperar refuerzos en la Isla Gorgona, situada a unos 100 km de la isla del Gallo. Allí pudieron disponer de agua dulce y de alimento como marisco y culebras. En aquella isla permanecieron entre cinco y siete meses más, hasta que sus socios Diego de Almagro y Hernando de Luque, llegaron con refuerzos. Así fue como pudieron continuar la travesía de esta segunda expedición.
El final de la historia termina con una tercera expedición, donde se produce el secuestro de Atahualpa en Cajamarca, venciendo Pizarro con apenas 200 hombres a más de 8000 incas en apenas dos horas y media. Esto fue debido al miedo de los incas a los caballos y a las armas de fuego. Los incas huían, provocando una aglomeración que asfixió a la mayoría de los indígenas.
Pizarro acabará conquistando el Imperio Inca. Un imperio que cayó porque los trece de la fama cruzaron la línea.
Y cómo colofón a este pequeño texto, os dejo las palabras que Francisco Pizarro dirigió a su hueste: «Camaradas y amigos, esta parte es la de la muerte, de los trabajos, de las hambres, de la desnudez, de los aguaceros y desamparos; la otra la del gusto. Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere».
Los trece de la Fama. ABC César Cervera
Memoria de España. RTVE
Desperta Ferro ediciones. Esteban Mira Caballos
Los trece de la fama. Wikipedia